Estamos en un período de mucha volatilidad en las cotizaciones de las acciones de las empresas. Volatilidad provocada por decisiones políticas, por posibles cambios en la zona euro y por el miedo de los inversores.
Y con todo este panorama, un nuevo grupo de inversores particulares entran en escena: son los nuevos inversores que ven por un lado pocas posibilidades en sus productos habituales (depósitos a plazo fijo, estructurados, fondos de inversión), y por otro ven que la inflación mantiene cifras muy altas (actualmente del 3%; y que con estas circunstancias deciden invertir en bolsa.
¿Debe un inversor o ahorrador conservador invertir en bolsa?
Pues sólo hay que responder a unas pocas preguntas.
¿Pueden los depósitos cubrir la pérdida del valor del dinero provocada por esta inflación del 3%?
Ya sabemos que no.
¿Vale la pena invertir en productos que no se conozcan, como acciones?
Rotundamente no. Pero esto se soluciona conociendo esos productos, diversificando, y siendo muy pacientes en los plazos de la inversión.
Sólo en dividendos se pueden obtener en bolsa rentabilidades del 6, 8, 9 y hasta el 12%, lo único necesario es investigar las empresas que den ese dividendo y comprarlas cuando estén baratas.
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